Este año nuevo, en Talca y Santiago nuevamente muchas personas descorcharan sus botellas de Champán al borde de la tumba de un ser querido.
Costumbre relativamente nueva, no deja de ser triste y bella, a la vez de interesante objeto de estudio para algún antropólogo desprejuiciado.
También perdí un ser querido en año nuevo. Por ende difícilmente estos volverán a ser lo mismo para mí...
Da la casualidad que mi muerto está enterrado en un cementerio privado, de esos que no tienen corazón suficiente para abrir sus puertas a la medianoche de un 31 de diciembre.
Les juro que encantado llevaría una botella, copas y alimento donde mi muerto, y brindaría a su salud mientras escucho muy de lejos los fuegos artificiales de la ciudad engalanada...
Cuéntenme si existe esta costumbre en sus países.
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